Muchas son las anécdotas y vivencias que se experimentan cuando alguien se atreve a practicar el “Juego de Garrote” (cuando se practica como es -recio y al cuerpo-). De ellas cabe destacar que mientras no se abandone “el cuadro” (cuadro que se hace círculo, y que representa el espacio-tiempo donde se desarrolla el juego), los ejecutantes van desarrollando en ellos posibilidades que van desde vencer sus miedos internos, hasta vencer al contrincante, ó asimismo... Este proceso pasa por lo que podría resumirse con la frase “sembrar bolas o guáramo” como quiera que mejor se le entienda. Y, es que participar de tal dinámica no exige menos que ello por la presencia del cuerpo a cuerpo, la rapidez del ataque y por ende la rapidez exigida en la defensa y el contraataque, por la tensión suscitada desde el instinto de sobre vivencia... es solo convirtiendo el miedo en ritmo (ritmo que lo hace juego) como se sortea la posibilidad de avanzar en el dominio de este grandioso “Arte”.
Sí, un “Arte” de defensa y ataque, que en otros tiempos sirviera para salvaguardar la vidas de nuestros ancestros, fundadores de la patria; y cuando hablamos de tales, no es a los de fusil o espada en mano necesariamente a los que nos referimos, con nombres reconocidos o reconocimiento históricos, con uniformes y ribetes, sino al campesino, al de a pié, a lo sumo con machete, cuchillo o palo, al que en el campo de batalla no tuvo mejor arma que el cuerpo defenso, y que por tal motivo y entendiendo la importancia de tal saber, procuró con celo la tradición del mismo; transmisión que se llevó a cabo de generación en generación de manera no escrita, según la sabiduría popular y las posibilidades señalaban, salvaguardando así este “tesoro nacional”. Sin embargo, hoy en día muchos conocen de algunas “artes marciales” y de algunos “métodos de defensa personal” foráneos, pero tristemente desconocen el “Juego de Garrote”, a pesar de formar parte de la idiosincrasia que otorga nuestro gentilicio, vale decir de ser “VENEZOLANO”. Y es que, además, quién no ha escuchado el refrán “llevó palo que juega garrote”, ó “palo dado, ni Dios lo quita”, ó “llevar mas palo que una gata ladrona” entre otros; ya se puede sospechar de donde nacen esos ecos que forman parte del refranero popular.
A pesar de lo poca relevancia que pueda darle todo aquel que tiende a conocer(o desconocer) las cosas solo por lectura o por referencias(en parte a consecuencia de la llamada “modernidad”-harina de otro costal-), es solo aquel que conoce el juego desde su práctica quién reconoce en el algunos de los atributos que desarrolla (allende de las posibilidades de defenderse) como son “la concentración, la atención, la alerta y la anticipación” (cualidades que requerirían desarrollos particulares), además de sentir en su fuero interno, que con la práctica del juego de garrote, “se templa o forja su Espíritu”.
ONAN FRANCISCO BONILLA ASTUDILLO
martes, 2 de septiembre de 2008
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